La primera y más importante de las reglas es mantener la higiene en todo momento, y esto se logra media la limpieza y la desinfección. Limpiamos cuando eliminamos lo que vemos (suciedad, restos de alimentos) y desinfectamos cuando reducimos el número de aquello que no vemos (gérmenes o microorganismos). Para limpiar utilizamos en general jabón o detergente y agua, ayudándonos con esponjas, cepillos o fregando con las manos, para posteriormente enjuagar; para desinfectar, en cambio, utilizamos soluciones de desinfectantes tales como la lavandina (hipoclorito de sodio).
1.1. Lavate las manos siempre que sea necesario
Al preparar alimentos utilizamos nuestras manos (manipulamos), por lo que el lavado de las manos es imprescindible y debés realizarlo:
Antes de manipular alimentos.
Antes de comer.
Después de ir al baño.
Después de manipular carnes.
Después de cambiar pañales.
Después de sonarse la nariz.
Después de tocar basura.
Después de jugar con mascotas.
Para lavarte las manos, seguí estos pasos:
Mojate las manos con agua corriente.
Enjabonate las manos durante al menos 20 segundos (igual a cantar dos veces el «feliz cumpleaños»).
Enjuagate las manos con agua corriente.
Secate las manos completamente con una toalla seca y limpia. Renová la toalla frecuentemente.
El uso de alcohol es para aquellas situaciones en las cuales no se puede asegurar un correcto lavado de manos, aunque el lavado de manos es el método más eficaz y barato para mantenerlas en estado higiénico.
1.2. Lavá y desinfectá las superficies y equipos usados en la preparación de alimentos
No dejes pasar mucho tiempo para hacerlo, de forma que los microorganismos no tengan la posibilidad de multiplicarse.
Tenés especial cuidado con los utensilios que se utilizan para comer, beber y cocinar que hayan estado en contacto con alimentos crudos o con la boca. Las tablas de cortar y los utensilios que hayan estado en contacto con carnes crudas deberían desinfectarse.
Luego de las comidas, retirá de los platos y utensilios los restos de alimento y tirarlos a la basura. Lavalos con agua caliente y detergente para eliminar los restos de comida y la grasa, y luego enjuagalos con agua caliente limpia. Finalmente, dejalos secar al aire o bien secalos con un trapo limpio y seco. Estos pasos también pueden realizarse en un lavavajilla o lavaplatos.
Los trapos y repasadores deben mantenerse limpios y secos. Es muy importante que luego de humedecerse se dejen secar rápidamente y que se cambien por otro limpio frecuentemente.
El desinfectante más ampliamente utilizado es la lavandina (hipoclorito de sodio), ya que es efectivo y económico. Solo puede usarse para superficies inertes, nunca para manos. La lavandina debe diluirse según las instrucciones que figuran en el envase. Es importante mencionar además que solo algunas lavandinas son aptas para potabilizar agua para consumo humano, información que encontramos en el rótulo del producto.
No utilices detergente ni lavandinas «sueltos». Mantené estos productos preferentemente en sus envases originales. Asegurate de que siempre estén bien identificados y no den lugar a dudas de que contienen ese producto.
1.3. Mantené los alimentos y el lugar donde los preparás libres de insectos, plagas y otros animales
Las plagas consisten en apariciones masivas y repentinas de ratas, ratones, pájaros, cucarachas, moscas y otros insectos. Estas, junto con las mascotas, pueden transferir microorganismos nocivos a los alimentos y a las superficies de la cocina. Por ello es importante:
Mantener los alimentos cubiertos o en recipientes cerrados.
Mantener cerrados los cestos de basura y tirar la basura con regularidad.
Mantener en buen estado las zonas de preparación de los alimentos (reparar las grietas y los agujeros de las paredes).
Mantener los animales domésticos fuera de las zonas de preparación de alimentos.
Si tenés dificultades para eliminar una plaga, hasta que lo logres asegurate de limpiar y desinfectar las superficies y los utensilios antes de cocinar.